20090831

La policromía


(Fotografía coloreada por Pedro Ibarra)
En la actualidad es común pensar en cualquier estatua de la Antigüedad totalmente libre de pinturas. Estamos acostumbrados a las blancas figuras marmóreas expuestas en los museos, o a la dispersa pátina verdosa de las de bronce, pero esto es lógico, el metal se oxida. Por el contrario, no concebimos una obra en madera de la imaginería religiosa cristiana sin policromar e incluso sin dorar.
Sin embargo en la Antigüedad la mayoría de esculturas estaban pintadas y de ello tenemos abundantes ejemplos (las de la Acrópolis de Atenas, el busto de Nefertiti, etc.). Lo que ocurre es que han sufrido las inclemencias del tiempo. Los procesos de oxidación, hidratación y carbonatación han actuado sobre la policromía que las cubría erosionándola, a veces con tanta perfección que parece increíble que alguna vez estuviesen pintadas. En contados casos unas condiciones de conservación excepcionales han permitido que la policromía llegue íntegra hasta nuestros días; en bastantes, tan solo se conservan restos que nos indican que alguna vez estuvieron pintadas. Este es el caso de la Dama de Elche.

(Reconstrucción de Francisco de
Paula Nebot, 1912)
Una vez terminado el trabajo de talla de la escultura, entraba en escena el maestro pintor para terminar la pieza. Podía ser el mismo escultor, pero lo normal era que este trabajo especializado lo realizara otro experto. Era común que la superficie de la roca se tratara con sustancias diversas que llamamos imprimaciones para conseguir varios efectos, como tapar la porosidad de la piedra creando una superficie dura y uniforme, y para aumentar la adherencia de los pigmentos, lo que le daría una durabilidad aceptable. En ocasiones se cubría con una fina capa de estuco sobre la que se trabajaba con seguridad y limpieza, aunque posteriormente los rasguños o golpes podían romper o desconchar el estuco, haciendo laboriosa su reparación.
El estado de la pieza hoy en día y citando palabras textuales de Virginia Salve Quejido es el siguiente: “La escultura no se ha sometido nunca a ningún tipo de restauración ni siquiera fue limpiada tras su excavación, por lo que aún conserva adheridos restos de tierra. En la actualidad presenta una pátina de color oscuro, ligeramente amarillento tostado y conserva restos de policromía azul en el manto exterior, y distintos tonos de bermellón en la tiara, en los labios, en el velo sobre la frente y en el manto interior que cruza el pecho. Los pigmentos se aplicaron directamente sobre la piedra, sin ningún tipo de preparación previa como imprimaciones o estucados presentes en otras esculturas ibéricas”. Es importante que el lector note qué colores se citan y en qué lugares se observan, así como la ausencia de imprimaciones porque, según Manuel Bendala, sí existe imprimación: “Se observa una talla muy primorosa, terminada en superficies pulidas, cubiertas de una ligera capa de imprimación, soporte directo de la pintura, conservada, como es sabido, en bastantes zonas de la escultura, aunque las pérdidas son bastante notables desde su descubrimiento”. Más sorprendente aún es la descripción de la Dama por Rafael Ramos, en ella cambia los colores de lugar otorgándole al manto externo el rojo y a la toga el azul, y añade que este azul está sobre una imprimación de color rojo. Veamos sus palabras: “El manto de color rojo, le cubre la espalda y los hombros y se extiende por delante, plegándose de forma escalonada para dejar ver tres collares […] sobre una especie de mantilla de color azul, color que fue aplicado sobre una imprimación en rojo de la piedra, debajo de la cual lleva la túnica inferior blanca, ajustada al cuello por una pequeña fíbula anular hispánica”.

(Dama coloreada en la Historia del
Arte de Salvat, 1944)
Estas contradicciones en la existencia de imprimación y en la situación de los colores, crean un problema a la hora de decidir cómo estaba policromada la Dama. Aparentemente era de fácil solución: o era rojo o era azul; tiene imprimación o no. Tras ponerme en contacto con Rafael Ramos y preguntarle de dónde obtenía la información de los colores de la Dama de Elche, me respondió sencillamente que lo dijo el propio descubridor Manuel Campello. Sobre la imprimación de color rojo me remitió a las esculturas que se conservan en el Museo de la Alcudia para que comprobara por mi mismo la imprimación roja bajo el color azul, en particular en la toga con fíbula de un torso masculino. Efectivamente, la toga tenía restos de color rojo y sobre él tenía color azul, pero dicho color pertenecía a un estrecho ribete del borde. ¿No era más lógico pensar que el pintor quiso decorar de azul el borde de una toga roja, y para ello primero la pintó totalmente de rojo y después le añadió encima el adorno azul? En este caso, el color rojo ¿es parte de la policromía o de la imprimación? Frente a la opinión de la mayoría de los autores Rafael Ramos piensa que el color del manto era rojo y el de la toga azul sobre una imprimación roja.
En un intento por dilucidar este pequeño obstáculo recurrí a las primeras descripciones de la Dama, la primera que se publicó fue tan solo cuatro días después del descubrimiento, y lo hizo Pedro Ibarra mediante una carta al periódico “La Correspondencia Alicantina”. En ella dice; “En la frente ostenta triple cinta de cascabeles superpuesta á una venda roja que ciñe la cabeza […], se vé un bonete puntiagudo […], descollando sobre esta estremidad superior del tocado, un disco, perfectamente circular, que conserva todavía el color rojo de su encarnación.”. La triple cinta de cascabeles coincide con las tres filas de bolitas de la cofia, situadas en la frente y sobre la toca o venda roja, según Ibarra. El disco circular corresponde a la misma pieza de tela, la toca, que rodea la parte superior del tocado que por tener el borde redondo se asimiló con un disco. Esta primera descripción certifica en cierto modo el color rojo de la toca y no dice nada del supuesto color azul que, según Rafael Ramos, estaba sobre la imprimación.
Meses más tarde, el mismo Pedro Ibarra, contesta mediante una larga carta a José Ramón Mélida, que discrepaba de que fuese una escultura de Apolo, lo hace en el mismo periódico citado y dice: “[…] asoma un disco, perfectamente redondo, vestido de ligera tela pintada de rojo, tela que asoma sobre la frente por debajo de la tiara, […] dobla sobre el pescuezo, […] ocúltase debajo de la capa, asoma por el hombro izquierdo y cruzando el pecho de la estátua por debajo del collar o cubriendo parte de la túnica ó camisa interior que viste la figura, piérdese en el costado derecho. Todo este paño es rojo y es perfectamente visible en el modelo. […] Este portento de arte, viste, como he dicho, finísima túnica abrochada sobre el redondo cuello, con un botoncito. Encima de la túnica y del rojo manto ya descritos, […] el disco rojo de la cabeza, el manto rojo que cubre la espalda izquierda”. Sigue manteniendo su opinión anterior sobre los colores, observe el lector que en la descripción de la tela roja la hace pasar por la frente, por el pescuezo, por el hombro izquierdo, cruza el pecho y se pierde por el costado derecho, a pesar de quedar oculta bajo la capa. Más adelante explicaremos este error de observación en la vestimenta. En realidad se tratará de dos piezas distintas, pero al tener el mismo color, Pedro Ibarra las une creyendo que son una única pieza.

(Fotografía coloreada por José Pijoan
en Summa Artis T. VI, 1934)
José Pijoán, al referirse a la vestimente y a la policromía de la Dama de Elche dice: “La indumentaria de la Dama es enteramente ibérica. Lleva la túnica blanca de lino fino. La mantilla […] era roja, pues quedan patentes restos de color en la escultura. Encima de esta mantilla, inmensa, que debía ceñirse a la cintura, lleva un gran manto –albornoz– de tela gruesa pesante. Parece que debía ser azul. Los labios tienen restos del rojo; es posible que la cara permaneciera sin policromar. La Dama fue esculpida en una caliza fina amarillenta, que es casi el color natural de la tez española. Es de un matiz encantador; ni las reproducciones en yeso ni ninguna otra reproducción en colores pueden dar idea del tono de epidermis blanca, pero tostada por el sol, que tiene la fisonomía de la Dama de Elche.”.
Seguimos sin comprender cómo es posible que no se nombre en estas descripciones el color azul del que dice Rafael Ramos fue visto por su descubridor y que años más tarde relató. Por lo temprana que fue la primera de las descripciones, podríamos pensar que fue hecha precipitadamente. Sin embargo, la minuciosa descripción del resto de la Dama que hace el mencionado Ibarra nos hace pensar que no fue así. No pudo pasar desapercibido el tono azul por pequeño que fuese el fragmento conservado.
Solo nos quedaba indagar sobre las propias palabras de Manuel Campello, su descubridor. Él fue el primero que vio la escultura. Si vio restos de color azul y éstos desaparecieron en la primera limpieza que se le debió hacer a la escultura, al día siguiente cuando Pedro Ibarra la vió por primera vez ya no tenía color azul. Esto podría explicar el por qué su descubridor lo comentó cuando, ya anciano, lo llevaron al Museo del Prado en 1958, es el propio Rafael Ramos quien nos lo relata: “[…] toca con su índice la mantilla de la dama y dice: «no está, no está el color azul del mar». Se refería al color azul que vió originariamente sobre la mantilla de la dama (ese color que conserva también hoy el guerrero de la Alcudia, el que lleva su manto cogido con una fíbula anular), un color azul que en la Dama, efectivamente, ha desaparecido. Pero Campello, setenta años después, se acordaba bien e hizo entonces esa precisión. Posiblemente desapareció ese azul intenso en las primeras limpiezas de la Dama.”. El descubridor no dice que esa prenda fuese azul, solo dice que el color azul no está. ¿Podría tratarse de un ribete o adorno azul sobre la prenda roja? Si así fuese, ambos tendrían razón. El descubridor vio en un primer momento trazos azules, que se perdieron en una limpieza inicial y Pedro Ibarra ya no los pudo ver, de ahí sus descripciones. En este caso, Rafael Ramos incurriría en un error al creer que el color rojo es una imprimación oculta por el azul perdido.

(Dibujo de Francisco Vives, 2000)
Sin querer extenderme más en este punto quiero pensar que los colores utilizados en la policromía de la Dama de Elche pudieron ser el blanco para la túnica interior, el rojo para la toca y la túnica que cruza el pecho y azul para el manto exterior, sin que se pueda decir nada de los posibles adornos, cenefas, etc. que pudieran llevar estas prendas. Los mismos colores son utilizados en la Dama de Baza al que hay que añadir el marrón. ¿Sería descabellado decir que la cofia y los cordones de las ínfulas pudieron estar pintados de marrón? Pienso que no.
A la Dama no se le ha practicado nunca un análisis de la naturaleza de los pigmentos que conserva debido a que son tan escasos que la destrucción de los mismos necesaria para realizar el análisis sería peor que dejarlos como están a la espera de nuevas técnicas menos agresivas (ver el final de la entrada). Esto significa que ni siquiera podemos saber si su origen es orgánico a base de grasas animales y tinturas vegetales o si al contrario son pigmentos inorgánicos formados por sales metálicas. Disponemos, sin embargo, de unos datos dignos de tener en cuenta. En la tumba 59 del yacimiento de El Cigarralejo, que pertenecía a un estucador o a un ceramista, se descubrió un platito en el que se identifican restos de pigmentos. Su análisis permite concluir que son pigmentos empleados en pintura, que son compuestos formados por cobre, hierro y plomo y que las sustancias más probables son las siguientes: carbonato de cobre (malaquita o azurita) de color azul, óxido férrico (rojo inglés o rojo veneciano) de color rojo y carbonato de plomo (albayalde) u óxido de plomo (minio) ambos de color blanco. Por otro lado, los análisis realizados en la Dama de Baza revelan que, una vez esculpida, recibió un baño de yeso disuelto en agua como preparación para aplicarle después el color. Es el mismo procedimiento que el empleado en los engobes de cerámica. El análisis estratigráfico de la pintura demuestra que generalmente existe una sola capa de color aplicada sobre la imprimación de yeso. En el borde del manto el rojo aparece en dos capas sobre las que se aplica el azul de las cuadrículas. Los pigmentos empleados son azul, rojo y marrón. El azul es el llamado azul egipcio (silicato de cobre), el rojo bermellón es cinabrio y el marrón es ocre (tierra natural). Todos ellos fueron aglutinados con yeso.
Si, como parece, eran comunes estos pigmentos en el mundo ibérico y con ellos se decoraban las esculturas, cuyo máximo exponente de policromía es la citada Dama de Baza, y teniendo en cuenta que coinciden los colores con los relatados de nuestra Dama, podríamos afirmar con bastante seguridad que eran de origen inorgánico o mineral.

Francisco Vives. "La Dama de Elche en el año 2000. Análisis, tecnológico y artístico". Ed. Tilde. Valencia.

Recientemente un estudio de Mª Pilar de Luxán sobre la dama de Elche nos aclara lo siguiente:
Dama de Elche: pigmentos, revestimiento de la superficie y piedra de la escultura, por M. P. Luxán, J. L. Prada y F. Dorrego. Materials and structures, 38, 277 (Abril 2005) 419-424. (originalmente en inglés)
La Dama de Elche (siglos V-IV a. C.), es una emblemática pieza de la antigua Cultura ibérica, fue esculpida en caliza fosilífera del Terciario. En el estudio sistemático, han sido identificados dos pigmentos clásicos: azul egipcio, preparado con un flujo (gradiente) de potasio, y bermellón natural aplicado sobre una capa de preparación de yeso, mezclado con carbonato cálcico, que migró y recristalizó sobre la superficie policromada del busto, proceso favorecido por el cambio sufrido después de su desenterramiento. No se han encontrado anacronismos sobre la policromía identificada, no existe en la superficie de revestimiento ningún otro elemento que pueda sugerir ser una falsificación moderna.

(Dibujo de Salvador Rovira, 2006)

Y por último, la conferencia de Salvador Rovira Llorens (Conservador Jefe del Museo Arqueológico Nacional) titulada “La Dama de Elche al microscopio”, impartida dentro del III Curso de Arqueología “Los lunes con La Alcudia” el 13 de noviembre de 2006 en Elche. En ella describe los resultados de los complejos análisis realizados por un equipo hispano-francés unos meses antes de su cesión temporal a Elche. Respecto a los colores se encuentran: rojo cinabrio en el labio inferior, borde derecho del manto, velo, tiara, toga y túnica, marrón, azul egipcio bajo el collar superior y rojo orgánico en la cavidad del ojo derecho y borde manto; ocre rojo en carnaciones, y ocre amarillo en adornos; y restos de rosa en rostro. Estos datos permiten hacer una recreación de la pieza con mucha exactitud.






(Dibujo de Francisco Vives, 2007)


En esta imagen podéis ver mi interpretación de los colores que luciría la Dama de Elche de acuerdo con los últimos estudios realizados. He utilizado el dibujo que hice en 2000 y le he cambiado los colores para ceñirme más a los datos obtenidos en 2005.

También aparece en Wikipedia:

http://es.wikipedia.org/wiki/Dama_de_Elche