20080223

Los rodetes



Sin duda alguna los rodetes constituyen los elementos más atractivos de la Dama, tanto por su tamaño, como por su singularidad. Haremos aquí una descripción somera pues dedicaremos el próximo capítulo a su interpretación y posible montaje.

Presumiblemente consisten en sendas cajas portadoras de los cabellos trenzados, que se sujetaban a los lados de la cofia y se estabilizaban con una pieza superior a modo de tirante. El rodete en sí no termina su desarrollo circular, pues se interrumpe en su parte posterior con un corte liso, sin decoración, mostrando un sector hueco sobre cuyo plano descansa el lateral de la mantilla.
Suponemos que esta pieza está realizada en láminas de metal precioso trabajado, unidas mediante lengüetas y remaches.




El frente de los rodetes estaría realizado en una pletina o banda, repujada en relieve con motivos florales de cuatro pétalos con un botón central. Estos alternan con zonas taladradas por tres orificios alineados sobre los que se sitúan tres semiesferas de pasta vítrea, ajustadas a una laminilla soporte mediante clavos de cabeza circular y remachados en la parte interior de la pletina. Los laterales de las pletinas disponían de una serie de lengüetas semicirculares que se doblaban en ángulo recto sobre las placas laterales del rodete, posibilitando puntos de remache.

Los motivos florales no son idénticos entre sí, pues encontramos alguno con sólo dos pétalos (parte frontal superior del rodete derecho) quizá debido a la falta de espacio entre los dos grupos de semiesferas que lo limitan. Incluso en algunos lugares faltan tales motivos (parte inferior de los rodetes) debido a la dificultad que encontraría su esculpido en esta zona tan oculta, o quizá por no ser necesarios al no poder verlos el espectador, o simplemente porque no existen en el modelo original. Se cuentan 18 en el rodete derecho y 14 en el izquierdo.




Los lados exteriores están formados por dos elementos diferenciados, una placa de diseño radial y un umbo liso con aspecto crateriforme. La placa de diseño radial parece repujada en una sola pieza, formando tres círculos concéntricos y una serie de proyecciones radiales dobles, delimitando unos huecos o alvéolos cuadrangulares. Estas estructuras radiales no son todas continuas, pues en los dos círculos externos se cuentan 27, mientras que en el interno sólo 26, esto ocurre en el rodete derecho. En el rodete izquierdo se cuentan 20 radios continuos.


El umbo liso está realizado en distinta técnica lográndose un perfil bien acabado, está adosado a la placa anterior mediante un sistema que desconocemos.




Los lados interiores presentan una placa de parecido diseño radial cuyo espacio central está ocupado por el engarce de las ínfulas, bajo el cual se adivina una zona plana de límite curvado, cuyo paralelismo con el borde del rodete se pierde acusadamente en su extremo inferior, poniéndose de manifiesto la deformación producida en los tres círculos concéntricos, que no acertamos atribuir a la dificultad de la labra en esta zona particular o a la intencionalidad realista de la pieza. Hemos de suponer que en la parte no visible existirían unas entradas para las trenzas del pelo, así como un sistema de cierre de las cajas y un engarce para colgarlas de los laterales de la cofia.


Las ínfulas son espectaculares, pues no cuelgan de los lóbulos de las orejas, sino que se encuentran adosadas a las caras interiores de los rodetes donde suponemos estaban engarzadas. Se componen de una pieza principal a modo de columna con capitel de doble voluta con borde modulado, del que penden al menos diez cordones rematados en sus extremos con otras tantas anforillas sin decoración, que suponemos encastraban un nudo terminal.



En la parte superior de los rodetes se encuentra un elemento estabilizador, que el artista ha representado parcialmente exento de la escultura –con la dificultad que esto entraña– cuya apariencia es la de un cordón bifurcado en sus extremos, que se unen a ambos rodetes mediante aros con pasadores. Su objeto no es otro que el de impedir que los rodetes cimbreen de un lado a otro manteniéndolos en una misma posición, en ningún caso pensamos que sirviera para sostener el peso de los rodetes, ya que el cordón resbalaría sobre la cofia al no aparecer ningún tope o engarce.

El estabilizador descansa en lo alto de la cabeza y pende hacia los lados describiendo una suave curvatura sin mostrar tensión, lo que parece descartar su función como sustentador de los rodetes. Sigue dividiéndose en forma de “Y” hasta unirse a los rodetes donde se encuentran dos grupos de aros paralelos entre los que se sitúa el cordón, siendo atravesado por un pasador que queda ajustado a dichos aros. Este sistema obliga al desplazamiento de las dos cuentas vítreas interiores.


Por último pensamos que el enigmático sector de la parte trasera de los rodetes, unido al despliegue lateral de la mantilla, que cubre parte del mismo, puede estar relacionado con el sistema de apertura de las cajas, que de esta manera queda oculta elegantemente por la toca, así como una posible unión entre ambos rodetes a modo de tensor o regulador de la abertura de los mismos. Respecto a esto queremos apuntar que en las distintas damas que ostentan rodetes ocurre algo parecido, la parte trasera de los mismos se encuentra oculta por la mantilla o por el manto.

Francisco Vives. "La Dama de Elche en el año 2000. Análisis, tecnológico y artístico". Ed. Tilde. Valencia.