20080921

La túnica

En la vestimenta de la estatuaria ibérica podemos encontrar unas prendas a las que se les suele llamar túnicas y que se utilizan, sobre todo, como primera ropa. No nos atrevemos a llamarlas ropa interior debido a que se suelen ver fácilmente bajo el resto de ropajes. Son prendas largas que cubren desde el cuello hasta los tobillos. Era común que se utilizaran varias a la vez combinando modelos y colores distintos. También se podía utilizar una sola, constituyendo ésta toda la vestimenta de la escultura.
Existían diversos modelos. Unas eran lisas, otras plisadas, las había bordadas o decoradas y algunas tenían volantes. Entre las lisas se pueden encontrar rectas, acampanadas, con cinturón, con mangas cortas, con mangas largas y con cola. Las plisadas podían serlo totalmente o sólo la falda. En las que tenían volantes, éstos podían ser rectos, acabados en pico y en forma de bandas sesgadas (BANDERA, 1977).
Seguidamente vestimos a la Dama con una delgada túnica de tipo recto y de cuello abierto con corte vertical. El corte del cuello es para facilitar la entrada de la cabeza y se encuentra cerrado, en su extremo superior, con una pequeña fíbula anular de tipo hispánico. La importancia de este tipo de imperdible es notable, pues posee valor de índice cronológico, ya que según la clasificación de Emeterio Cuadrado pertenece a su tipo nº 10 de cinta, de cronología muy amplia, sin una fecha precisa entre los siglos V y I a.C. Aunque por otra parte, según otros autores, su uso estuvo especialmente de moda entre los siglos IV y III a.C., siendo invención de los íberos del sur de la península.
Los pliegues de la túnica no son perceptibles en la escultura, ya que esta pieza sólo se aprecia en la zona del cuello donde la tela se tensa, pero es lógico pensar en una túnica holgada que produciría pliegues por su caída sobre los brazos y bajo los pechos.
Imaginamos que sería de lino fino, de color blanco, pieza de tacto suave, de acorde con el lujo que ostentaría el personaje de clase alta.
El trenzado del cabello se enrolla sobre sí mismo a modo de espiral formando dos ruedas a ambos lados de la cabeza, tal y como se muestra en la cabeza de koré nº 666 del Museo de la Acrópolis de Atenas, o la cabeza femenina del Cerro de los Santos que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional con el nº 7521. En este punto todos los autores están de acuerdo. Posiblemente existiese una tercera espiral en la nuca que a modo de moño se le sujetará una peineta.
Sin embargo, hemos de tener en cuenta que los rodetes en los que posteriormente se enfundarán no son completamente redondos, les falta un sector, y, si realmente actúan como estuches, las ruedas de pelo forzosamente serán más pequeñas que éstos. Incluso cabe la posibilidad de que tales ruedas se embutan en los rodetes de forma apelotonada por alguna abertura no visible en la escultura.

Francisco Vives. "La Dama de Elche en el año 2000. Análisis, tecnológico y artístico". Ed. Tilde. Valencia.