20090511

Partes de la escultura (I)

Una vez determinada la forma volumétrica de la Dama, comenzaremos a mirarla poco a poco. Al mismo tiempo unas breves descripciones y unas figuras escogidas nos ayudarán a localizar cada una de sus partes, que desde ahora diremos que son muchas, por lo que retener en la memoria tantos detalles puede ser difícil. Siempre que hablemos de derecha o izquierda nos referiremos a las de la figura, no a las del observador.

De frente
Siempre es la imagen que más nos llama la atención. Es la única que nos muestra su cara, que aparece en el centro de su mitad superior. Del rostro tenemos que destacar sus labios afilados, su nariz recta y sus ojos rasgados, en los que faltan los iris.
A ambos lados de la cara y partiendo de las sienes cuelgan las ínfulas. Están formadas por una pieza principal o engarce, de la que salen aproximadamente diez cordones que terminan con una pieza en forma de anforilla sin asas a la altura de las clavículas. A veces se las llama impropiamente pendientes.
Los rodetes son una especie de cajas casi circulares –posiblemente metálicas– que a modo de orejeras enmarcan la cara. Se cree que en su interior se enrolla el pelo. En el perímetro de los mismos se pueden ver unos adornos basados en una repetición alternante de tríos de cuentas y una especie de adorno vegetal de cuatro hojitas que llamaremos tetrafolios. Los dos rodetes están unidos por un cordón estabilizador que cruza de uno a otro por encima de la cabeza.
Sobre la frente hay unos pliegues o lorzas de una pieza de tela. Es la toca o mantilla. Sobre ésta hay una pieza posiblemente de cuero, la cofia, que ciñe la cabeza y lleva un adorno de tres filas de cuentas que cubre la zona de la frente. Sobre esta cofia se apoya el cordón estabilizador antes citado. En la parte más alta de la figura vuelve a aparecer la toca o mantilla.
El cuerpo de la estatua está vestido con tres prendas y unos collares. La primera prenda es la túnica, que aparece sin pliegues a modo de camisola. Se ve como su borde rodea el cuello y se abrocha en el centro mediante una pequeña fíbula. La segunda prenda es la toga que cruza el pecho desde el hombro izquierdo hacia el costado derecho. Sus pliegues también siguen esta trayectoria.
Sobre estas dos prendas descansan los tres collares. Los cordones están formados por la alternancia de cuentas anchas casi esféricas y cuentas estrechas en forma de arandela. En los dos primeros las cuentas anchas son de forma agallonada, mientras que en el tercero son lisas. Además, de ellos cuelgan dos tipos de adornos, anforillas con asas en los primeros (una grande y solitaria del cordón más cercano al cuello y cinco pequeñas del segundo), mientras que del tercero cuelgan grandes medallones, bullae o portaamuletos.
Y por último, sobre estas prendas y collares descansa un manto con unos pliegues en zig-zag a modo de solapas, que baja desde los hombros hasta el centro de la figura ya en la base. Este manto cubre ambos brazos.
También pueden apreciarse las partes dañadas en el rodete izquierdo y en la parte izquierda del manto.
Debemos fijarnos en un aspecto que ha sido considerado a menudo como un encorvamiento de la figura. Este encorvamiento se refiere a la apariencia de estar cargada de hombros o ligeramente jorobada. Efectivamente, si trazamos una línea imaginaria horizontal que una los hombros de la Dama de Elche, podremos comprobar que pasa por su barbilla. En cualquier persona esta línea queda muy separada de la barbilla y pasa por la base del cuello. Este detalle será importante cuando hablemos de su vestimenta más adelante.

Francisco Vives. "La Dama de Elche en el año 2000. Análisis, tecnológico y artístico". Ed. Tilde. Valencia.