20081121

La vestimenta

Son muchas las descripciones y variados los calificativos que ha recibido esta pieza arqueológica que retrata con notable realismo la imagen de una mujer elegantemente ataviada.
La fascinación que provoca esta escultura conduce a los estudiosos a hacer conjeturas sobre su significado y la intención que inspiró a su autor. En ocasiones se le atribuye su posible representación a una diosa, a una sacerdotisa o a una noble dama.
Tenemos ante nosotros la obra de un escultor genial, de tal maestría que su acabado nos merece la condición de obra de arte pero, cuyo propósito trasciende más allá de la pura idealización de la belleza o de una trivialidad estética.
Es bien sabido que la Dama de Elche ha sido y es objeto de un progresivo estudio de carácter arqueológico y artístico, si bien su composición, riqueza de volúmenes y elementos representados en la misma contribuyen de manera global, incitándonos a una pura contemplación del conjunto, obviando los detalles como si de una obra barroca se tratara, siendo el resultado de la compleja superposición de elementos.
Asimismo, el busto debió de estar acabado con una cuidada policromía, y un gran realismo en la labra de la escultura, de tal modo que los colores empleados se aproximasen en lo posible a la realidad material de los objetos representados, siendo acabados los ojos con incrustaciones de pasta vítrea.
Hemos considerado interesante proponer un proceso de interpretación visual de su vestimenta, a modo de guía del observador, de la misma manera que se comenta un cuadro o se visita un monumento.
Generalmente, para estudiar las piezas de la vestimenta que componen una escultura se nos ocurre que –como si de una persona real se tratara– podríamos ir despojándola de las prendas que la cubren, una a una, hasta desnudarla por completo. Sin embargo, esto lo podremos hacer con nuestra imaginación porque inconscientemente intuimos las prendas que vamos a encontrar (ej.: abrigo, vestido, combinación, sujetador…). Pero en el estudio de esta escultura, en la que no podremos intuir la siguiente pieza, creemos que es mejor hacerlo al contrario. Tendremos como punto de partida al propio modelo femenino desnudo e iremos vistiéndolo progresivamente con aquellas piezas de tela presentes en la estatuaria ibérica hasta conseguir el acabado de la escultura.

Francisco Vives. "La Dama de Elche en el año 2000. Análisis, tecnológico y artístico". Ed. Tilde. Valencia.